El precio del petróleo ha experimentado un aumento significativo, superando los $80 por barril, alcanzando niveles no vistos en casi ocho años. Este incremento se debe a la reactivación de la demanda debido a la recuperación económica y la movilidad post-pandemia. Además, los recortes deliberados de producción acordados por la OPEP y otros productores, junto con la caída de la producción en Estados Unidos, también han contribuido a esta alza.
Como consecuencia de este incremento en el precio del petróleo, los precios de la gasolina en Estados Unidos también han aumentado. Antes del feriado del 4 de julio, el precio promedio de la gasolina llegó a $3.50 por galón, registrando un aumento de 3 centavos respecto a la semana anterior. Este aumento se atribuye a las altas temperaturas de la superficie del mar y cambios en los patrones climáticos regionales, los cuales han afectado la oferta y la demanda de petróleo.
Además, las tensiones geopolíticas están en su máximo nivel, con conflictos entre Estados Unidos, Rusia, Israel y otros actores. La situación en Oriente Medio y la posibilidad de guerra entre Israel y Hezbollah, junto con una temporada activa de huracanes en el Golfo de México, generan preocupación sobre el suministro de petróleo.
En relación a los huracanes, se destaca la presencia del huracán Beryl, el cual es inusualmente fuerte y se ha desarrollado tempranamente en la temporada. Este fenómeno climático representa una amenaza para varias islas en el Caribe. Se ha observado que las temporadas de huracanes se han vuelto más potentes debido a las altas temperaturas del océano y los cambios climáticos.
La combinación de factores como la demanda reactivada, los recortes de producción y las tensiones geopolíticas está afectando el mercado del petróleo. Es crucial monitorear estos eventos y considerar su impacto en la economía global y la seguridad energética.